De mi vida II: Mi cuerpo, mi campo de batalla

jueves, 29 de mayo de 2008


Después de todo el drama relatado anteriormente vino una nueva época, en la cual (re)descubrí aquella vieja fortaleza, aquella vieja Voluntad de Poder (Desde la “perdida” de este sentimiento de poder, el que describí antes, mi vida ha girado al rededor de eso, la recuperación de ese sentimiento de superioridad, poder y dignidad) en mi cuerpo.

Ya habíamos pasado al segundo bloque de la educación secundaria, algunos meses habían pasado ya, Yo ya había dejado de escribir, por un momento, por un solo instante, me convertí en lo que todos querían que fuera, un niño-maquina, obediente y respetuoso... pero creedme, que eso no duro por mucho tiempo.

Desde que deje de escribir, bajo amenazas de ser expulsado de la institución, inicie otra actividad, que a mi parecer es mucho más artística, la autoflagelación y la mutilación.

Comenzaba el día con un pequeño rasguño, en la muñeca (mucho de mis actos autoflagelantes iban sobre mis muñecas, pero solo al principio), lo hacía con un llavero que asemejaban unas tijeras, sabía que no me haría daño ¡Desde luego! La intención nunca fue hacer daño, nunca fue cortarme las venas, nunca fue esa idea de suicidio, solo era sentirme vivo, sentir ese ardor, el calor a través de mi cuerpo, la sangré hervía cada ves más.

El siguiente paso, la parte en la que había que ser más artísticos, la cara, adoraba rayarme la cara y para lograrle había muchos aparatos eran bastante prácticas, además del llavero antes citado, cuchillos, alfileres, lápices afilados, los bordes de los botones, son solo unos pocos de los que recuerdo.

¿Por qué la cara? Por que todos lo podían ver y, sobre todo, adoraba ver esas caras de extrañamiento y repulsión, esa repulsión, odio, largo etc. me alimentaba, esto era mejor que la poesía barata, era una mejor forma de expresión ¡El cuerpo elevado a la categoría de lienzo!

Ahora que recuerda, algo que me parece muy curioso es que nunca llegue al sangrado, siempre fui muy cuidadoso en no sangrar.

¿A qué podríamos atribuir este acto sadomasoquista? ¡A la crueldad Y al Placer desde luego! Pero también a que la masturbación se me presentaba algo tan aburrido, lo había hecho tantas veces ya, que... había perdido el misterio, la gracia... un placer que carencia de sentido.

Mi primera novia.

Hum, bajo circunstancias poco ortodoxas llego mi primer noviazgo, duró no más de 15 días, pero fueron 15 días interesantes, muchos besos, muchos besos, pero bueno, ahora que recuerdo, mucho tuvo que ver (supongo) el hecho de que en una de esas sesiones secundaristas de faje le desabroche la blusa, ¿precoz? Tal ves, pero en realidad, solo sentí que tenía que hacerlo.

Después de 15 días, lo típico, llanto y dolor... Pero ahora tenía un “pretexto” para seguir con mis actos autoflagelatorios, ahora nadie podía decirme, ni reclamar el que no tuvieran razón de ser mis “actos artísticos”

Eventualmente me aburrí... cuando el dolor en la cara, las manos, piernas y en todo lugar posible (a excepción de los genitales, ¡los aprecio bastante!) tuve que buscar otras formas de expresión y bueno, con todo mi historial metalero, el siguiente paso era obvio: “bueno, si me gusta tanto la música, debería hacer música” .

Recuerdo haber visto en una tienda llamada “Musical Yañes” una HERMOSA guitarra eléctrica roja, una replica de la que usaba Carlos Santana, una típica blanco con negro y una fender... la fender era hermosa, era azul turquesa con blanco, venía son su distorsionador, un juego de cuerdas de repuesto y un amplificador.

Mi (obvia) petición fue sencilla (para estos días, también había dejado a un lado mis actos autoflagelatorios) “Quiero una guitarra eléctrica”, mi padre se negó ¿razón? eso era muy caro y no era necesario, sus palabras las de siempre “Concéntrate en estudiar, cuando termines de estudiar vas a poder comparte lo que quieras o ponte a trabajar”, mi madre se negó: “No me tienes muy contenta con tus calificaciones”, mi tía se negó “Esas cosas son del diablo”, el efecto, si mal no recuerdo no fue muy bueno, no me sentí nada bien y, desde luego no podía costeármela, otra posibilidad era hacer un trato con mi madre (y no me puedo quejar, siempre ha cumplido) del tipo “Mejoro las calificaciones a cambio de una fender” pero bueno, no lo hice.

Creo que este acto me llevo a ser un “música frustrado”, desde luego que pienso que es este periodo en especifico al que debo que durante algunos años haya intentado repetidas veces aprender a tocar instrumentos musicales, desde el violín, al que abandones por que me era imposible hacer las pisadas tan precisas necesarias, hasta la guitarra, que abandone por que... simplemente no tengo una guitarra.

Tuve que regresar a la autoflagelación, pero fue solo momentáneo, bueno, por lo menos en la forma en la que lo hacía antes, ese mismo acto iba a tomar en un futuro muy próximo una forma más elevada, la autoflagelación y la crueldad elevadas a un punto que no podía imaginar, pero


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1 comentarios:

Anónimo dijo...

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