Hasta antes de Nietzsche, se tenía una visión lineal del tiempo (En occidente, en oriente podemos encontrar concepciones similares del fenómeno temporal, pero de eso luego hablamos)... esto debido a la gran influencia del cristianismo (Platonismo para la borregada). En el mito creacionista se dice que Dios creo el mundo de la nada, y de ahí pa'lante ("non in tempore sed cum tempore incepit creatio". Agustín de Ipona)... el tiempo sigue, sigue, sigue, sigue y sigue... hasta su eventual final, cuando un carpintero zombie cósmico se venga por segunda ves... y después de la venida... la desaparición masiva de ganado (de quienes solo quedarán sus ropas en el suelo :|) quienes no hayan sido abducidos por el carpintero zombie, tendrán que padecer dolores increíbles y todas esas cosas que le pasa a la gente mala y... después el fin.
Pues en esta interpretación lineal del tiempo el pasado es irrecuperable, una cosa pasa y no volverá a pasar, un hecho tiene cabida en en tiempo una sola ves...
Eso fue hasta que en el siglo XIX un filósofo alemán llamado Friedrich Nietzsche (Fritz para los cuates) nos propone una nueva interpretación del tiempo... el eterno retorno.
¿Qué sucedería si un demonio... te dijese: Esta vida, tal como tú la vives actualmente, tal como la has vivido, tendrás que revivirla... una serie infinita de veces; nada nuevo habrá en ella; al contrario, es preciso que cada dolor y cada alegría, cada pensamiento y cada suspiro... vuelvas a pasarlo con la misma secuencia y orden... y también este instante y yo mismo... Si este pensamiento tomase fuerza en ti... te transformaría quizá, pero quizá te anonadaría también...¡Cuánto tendrías entonces que amar la vida y amarte a ti mismo para no desear otra cosa sino ésta suprema y eterna confirmación!
Friedrich Nietzsche, "La gaya scienza"
Con este parágrafo de la gaya scienza inicia la formulación de lo que cobraría nombre en su opera magna "Also sprach Zarathustra" y fue bautizado de boca de Nietzsche, a traves de la boca de su "hijo" Zarathustra, como "eterno retorno"
f eterno retorno es una de las ideas menos entendidas y más radical del filósofo alemán. Esta idea fue planteada por primera ves en La gaya scienza (Die fröhliche Wissenschaft) y da pie a dos interpretaciones, una meramente matématica qué ha sido ya expuesta por Borges en su pequeño ensayo titulado "La doctrina de los ciclos" ( En Historia de la eternidad, Madrid, Alianza Editorial, 1978, págs. 81-94) y que el expone de esta manera*:
El número de todos los átomos que componen el mundo es, aunque desmesurado, finito, y sólo capaz como tal de un número finito (aunque desmesurado también) de permutaciones. En un tiempo infinito, el número de las permutaciones posibles debe ser alcanzado, y el universo tiene que repetirse. De nuevo nacerás de un vientre, de nuevo crecerá tu esqueleto, de nuevo arribará esta misma página a tus manos iguales, de nuevo cursaras todas las horas hasta la de tu muerte increíble. Tal es el orden habitual de aquel argumento, desde el preludio insípido hasta el enorme desenlace amenazador. Es común atribuirlo a Nietzsche.
Y la otra una interpretación moral... interpretación que hace del eterno retorno un eterno sí a la vida.
El hombre (un puente que se cree un fin) se encuentra solo y desahuciado frente a la crudeza del mundo, frente al sufrimiento, frente a la soledad, frente a la rueda imparable del eterno retorno. Aquí nace el filosofar como remedia a la angustia y el hombre debe crearse a si mismo. Viviré mi vida a manera de que no me arrepienta de repetir infinitamente mis actos, pues esta mesa, esta habitación, el teclado mismo sobre el que escribo volveran bajo las mismas circunstancias infinidad de veces al frente, infinidades de veces atrás.