Adiós, compañeros adiós.

miércoles, 2 de noviembre de 2011


Aquí se acabó la fiesta.

El afterparty es en DE STULTUS CIVITATIS.

Don't mess with Mexico.

lunes, 14 de febrero de 2011


El 30 de enero se transmitió una emisión más del ahora infame programa Top Gear. Ése día fue herida la sensibilidá de casi todo un país: México.


Muchos dirán que está de más hablar de ésto, que se ha sobrevalorado un asunto sin sentido y sin relevancia, que se ha sobre-reaccionado. Mi opinión diverge. No hay que menospreciar el asunto. ¿Hay que despreciar un tema que fue capaz de lograr que la cámara de diputados despertara de su dulce sueño e hicieran una petición – o exigencia, si queremos ser más precisos en el lenguaje – una disculpa a nombre del pueblo mexicano? El asunto se originó con la cosa más trivial que se pueda uno imaginar. Y su trivialidad se magnifica cuando nos encontramos inmersos en una guerra – que ahora dicen que no es guerra – de proporciones descomunales; cuando en el mundo-otro por excelencia, Oriente y Medio Oriente, estuvieron aconteciendo – y siguen aconteciendo – expresiones tremendas del poder civil tan grandes que alteraron el tablero geopolítico mundial ¿con todo lo que pasó por esos días porqué hacer eco a los comentarios de 3 simples presentadores de televisión con una relevancia cultural mundial mínima?


La noticia corrió como polvora y la controversia se mantuvo vigente por varios días desde el 30 de enero. En redes sociales se comentó demasiado, youtube se llenó con réplicas del vídeo con subtítulos para facilitar el acceso a la gran calumnia. En twitter el tema se mantuvo como trending topic por varios días, llegando a ser el TT número 1 por al menos 5. La controversia llegó a la TV nacional. No hay que negarlo: La TV nacional aún tiene un poder de convocatorio tremendo, aún es más grande que el de las redes sociales y el de twitter. Podemos asegurar que ésto no se hubiera hecho tan grande sin la difusión amarillista de la noticia por medios tradicionales.


Las posturas tomadas al respecto fueron variadas. Éstas han ido desde el rechazo absoluto: pinches ingleses, patéticos pretenciosos, xenófobos racistas; la contextualización: así es el programa, es el humor usado hoy en día, es un programa políticamente incorrecto; y se llegó, incluso, a los extremos más ridículos nacionalismo reaccionario: ¿porqué no les hacemos la revolución?.


La magnificación de un asunto ridículo, insignificante e irrelevante no es algo que debería de extrañarnos. Se imponen las nimiedades como el afffaire Top Gear sobre temas más trascendentes en la agenda pública como el de Marisela Escobedo, el ABC, o los movimientos sociales. Es algo casi normal. Pero éste caso no nos enfrentamos a la típica priorización de algo trivial, éste caso es especial.¿Pero qué tiene de especial? Simple, involucra un elemento fundamental a nivel a político y esencialmente necesario a nivel personal: la Identidad y su defensa. Ahí radica la relevancia del tema.


Continuará en el número 1 de Rizoma. Revista experimental de cultura y crítica.

Camus y su búsqueda por salvar la vida.

lunes, 29 de noviembre de 2010

El problema con Camus: El horizonte es siempre el desgaste. El Don Juan vive por el desgaste, el autor vive por el desgaste, los modelos de vida que el propone como ejemplos viven por y para el desgaste ¿No hay allí un aire heideggeriano? A Camus, en su intento por salvar la vida, olvida la gran salud. Ironía, por salvar la vida olvida la parte activa y jovial de ella: El impulso por la expansión, la tendencia a persistir en su ser. En fin, a Camus se le olvida esa tendencia a la perfección. Se olvida de la vida misma.

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Se vale soñar.

martes, 19 de octubre de 2010

Si algún día fuese invitado a formar parte del Colegio Nacional mi discurso de ingreso iniciaría así:


Más que tomar la palabra, hubiera preferido verme envuelto por ella y transportado más allá de todo posible inicio.


#Sevalesoñar, #honoraquienhonormerece.

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Feliz cumpleaños, cabrón.

viernes, 15 de octubre de 2010


Felicidades, hoy cumplirías 84 años...



...Grandísimo cabrón.

¿No pudiste esperar, al menos, unos 40 años más para morir?

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2 de octubre de 2010

sábado, 2 de octubre de 2010

¿Cuál es el sentido de recordar una fecha como la de hoy? Los que “vivimos en la universidad” ya lo sabemos, es costumbre, saldrán un montón de pandrosos a hacer su “marcha de honor” bien en humanidades o bien en el parque de la ciudad. La policía estará presente en el lugar, haciendo la mímica de que vigila, que evitará los desordenes, las manifestaciones indebidas. La verdad, todos los sabemos, es que nunca pasará nada – al menos en nuestros pueblitos del interior de la república – , las masas ya están domadas, sólo buscan el simulacro de rebelión, son incapaces, o bien no les interesa en realidad, el acto revolucionario.


A eso se ha reducido la fecha: Simulacro. ¿Debería esto sorprendernos? No, la vida misma se ha vuelto un simulacro. Simulamos saber, simulamos hacer, simulamos vivir. The Matrix es la metáfora que mejor describe nuestros modos de vida. Otra forma de referirse a lo mismo – quizá menos fantasiosa y más elegante – es la metáfora del espectáculo. Vivimos un espectáculo de vida, no participamos directamente, tomamos un papel en la obra, lo interpretamos y, si nos va bien, nos retiramos con el aplauso medianamente espontaneo. Simulacro y espectáculo, dos palabras para decir lo mismo. Dos formas de expresar nuestra incapacidad para ser proactivos. A la vez dos regiones en las que hay condiciones de posibilidad para ser más proactivos y venenosos que nunca. ¡Exquisita paradoja! Lo que más nos impide actuar nos da la condición de posibilidad de ser más peligrosos que nunca, más audaces que nunca, en fin, un poquito más libres que nunca.


Una fecha que vale la pena recordar. Desgraciadamente la han secuestrado un montón de "hippies" marihuanos, yuppies "rebeldes" e hipsters irónicos. La fecha se ha convertido – si no es que ya lo era, desde el principio – en un espectáculo, en una simulación. Los niños salen a jugar al revolucionario, la policía juega a los guardianes del kinder, el Estado juega a sentir culpa. Pero, ya lo dije – y antes, de seguro, ya lo dijo alguna voz, anterior a mi, y lo dijo mucho mejor –, esta pantomima que rosa el absurdo puede ser trampolín/plataforma para gritar, incomodar y recordar. Gritar, pero no contra “el gobierno”, atacar pero no a “la policía opresora”, sabotear pero no “al sistema”. Hay que insertar dentro de todo este simulacro, todo este espectáculo, el veneno de la crítica, la observación mordaz, las letras precisas. Hacer emerger la verdad del acontecimiento. Dentro de todos estos espectáculos hay que rescatar aquello que era esencial para el acontecimiento, lo que lo puso en movimiento, aquello que vale la pena, que será eterno, aquello por lo que vale la pena recordar. El espíritu del 68.


No basta con no olvidar el 2 de octubre - es imposible, ya está escrito con sangre -. No basta con recordar que el 2 de octubre de 1968 no fue un acontecimiento aislado. Hay que rescatar el espíritu, la peste de la época. Ese aroma a carne quemada, marcada, muerta. A carroña, grasa, lodo y sangre. Hay que recordar el shock, la impresión, nuestra capacidad de asombro. Hay que recordar la muerte y el hambre, las epidemias. Hay que recordar a todo aquello que sirvió de marco para la emergencia del espíritu sesentayochista. ¿Pero qué es el espíritu del 68? No es, desde luego, el marxismo-leninismo, el maoísmo, las teorías utópicas. Ni las greñas, ni la imagen desaliñada. El espíritu del 68, si me preguntan, es esa voluntad sisífica, quijotesca y realmente revolucionaria. El espíritu del 68 es algo tan simple como atreverse a pensar de otra manera, creer que todo es posible. Quijotesca porque es una locura bien pensada. Sisífica porque, en el fondo lo sabemos, lo que cuenta no es el fin sino el proceso (micro)revolucionario. El espíritu del sesenta y ocho es la playa bajo los adoquines, la revolución posible, el mundo en potencia. La revolución del sesenta y ocho son las letras de Revueltas, el penser autremente de Foucault, la creación de conceptos de Deleuze y Guattari. También es el grito anticolonial de Cesaire. Es coyoacán repleto de universitarios con camaradería, colectivos unidos, auténticos hippies, verdaderos punks, sujetos con fines comunes. El espíritu del 68 es la trova, el boom latinoamericano, la autocrítica. El espíritu del 68 es, en resumen, la creatividad de los sujetos para ser incómodos y quijotescos ante la sociedad a la vez que audaces para la conquista de las pequeñas libertades, de los pequeños y simples placeres de la vida.

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El concepto de episteme en Foucault, tomado de "el vocabulario de Michel Foucault", Edgardo Castro.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Episteme

(Épistémè). La episteme define el campo de análisis de la arqueología. En Les Mots etles choses, la descripción arqueológica está centrada exclusivamente en la episteme (MC,13), pero la episteme no es la única dirección que puede tomar la arqueología. Otrasarqueologías son posibles: de la sexualidad, de la imagen –el espacio, la luz, los colores–,de la ética, del saber político (AS, 251-255). Foucault pasa de una concepción monolítica de la episteme en Les Mots et les choses a una concepción más abierta en L’Archéologie du savoir. “En Les Mots et les choses la ausencia de puntos de referencia metodológica pudo hacer creer en un análisis en términos de totalidad cultural” (AS, 27). En L’Archéologie du savoir, Foucault quiere dar un contenido a la noción de episteme a partir de otras nociones –formaciones discursivas, enunciado, archivo–, delimitadas desde un punto de vista arqueológico. Es necesario remitirse a los artículos correspondientes para comprender el concepto de episteme en la obra de Foucault. • Además de este cambio, es necesario tener en cuenta que a medida que Foucault se interesa por la cuestión del poder y por la ética, el concepto de episteme será reemplazado, como objeto del análisis, por el concepto de dispositivo y, finalmente, por el concepto de práctica. El dispositivo es más general que la episteme; ésta es sólo un dispositivo específicamente discursivo; un dispositivo que permite separar lo incalificable científicamente de lo calificable, no lo falso de lo verdadero (DE3, 300-301). En los textos dedicados al estudio de la cultura de sí mismo, por último, el término episteme aparece como sinónimo de saber: saber teórico, saber práctico (HS, 301-302). • La episteme tiene, en primer lugar, una determinación temporal y geográfica. Foucault habla de “episteme occidental”, “episteme del Renacimiento”, “episteme clásica”, “episteme moderna”. En Les Mots et les choses Foucault mantiene, como dijimos, una concepción monolítica de la episteme: “En una cultura y en un momento dado, nunca hay más que una episteme que define las condiciones de posibilidad de todo saber” (MC, 179). • En segundo lugar, según el prefacio de Les Mots et les choses, describir la episteme es describir la región intermedia entre los códigos fundamentales de una cultura: los que rigen su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus intercambios, sus técnicas, sus valores, la jerarquía de sus prácticas y las teorías científicas y filosóficas que explican todas estas formas del orden (MC, 11-12). • En tercer lugar, la descripción no refiere los conocimientos ni al punto de vista de su forma racional ni al de su objetividad, sino más bien a sus condiciones de posibilidad (MC, 13). Se trata de describir las relaciones que han existido en determinada época entre los diferentes dominios del saber (DE2, 371), la homogeneidad en el modo de formación de los discursos (IDS, 185). De este modo, se puede pensar la descripción de la episteme como una mirada horizontal entre los saberes. • Como dijimos, Foucault abandonará esta concepción demasiado monolítica de la episteme y, en L’Archéologie du savoir, buscará definir el nivel de la descripción arqueológica, de la episteme, a partir del concepto de formación discursiva. “El análisis de las formaciones discursivas, de las positividades y del saber en sus relaciones con las figuras epistemológicas y las ciencias es lo que se ha llamado, para distinguirlo de las otras formas posibles de historia de las ciencias, el análisis de la episteme. Se sospechará, quizás, a esta episteme de ser algo así como una visión del mundo, una fracción de historia común a todos los conocimientos que impondría a cadauno las mismas normas y los mismos postulados, un estadio general de la razón, cierta estructura del pensamiento de la cual no podrían escapar los hombres de una época; gran legislación escrita de una vez por todas por una mano anónima. Por episteme se entiende, de hecho, el conjunto de las relaciones que pueden unir, en una época dada, las prácticas discursivas que dan lugar a figuras epistemológicas, a ciencias, eventualmente a sistemas formalizados; el modo según el cual, en cada una de estas formaciones discursivas, se sitúan y se operan los pasajes a la epistemologización, a la cientificidad, a la formalización; la repartición de estos umbrales, que pueden entrar en coincidencia, estar subordinados los unos a los otros o estar desfasados en el tiempo; las relaciones laterales que pueden existir entre las figuras epistemológicas o las ciencias, en la medida en que ellas provienen de prácticas discursivas vecinas, pero distintas. La episteme no es una forma de conocimiento o un tipo de racionalidad que atraviesa las ciencias más diversas, que manifestaría la unidad soberana de un sujeto, de un espíritu, de una época; es el conjunto de relaciones que se pueden descubrir, para una época dada, entre las ciencias cuando se las analiza en el nivel de las regularidades discursivas” (AS, 249-250). • Características de la episteme: 1) Es un campo inagotable y nunca puede darse por cerrado; no tiene por finalidad reconstruir el sistema de postulados al que obedecen todos los conocimientos de una época, sino recorrer un campo indefinido de relaciones. 2) No es una figura inmóvil que aparece un día y luego desaparece bruscamente; es un conjunto indefinidamente móvil de escansiones, de corrimientos, de coincidencias que se establecen y se deshacen. 3) Permite captar el juego de coerciones y limitaciones que, en un momento dado, se imponen al discurso. 4) No es una manera de replantear la cuestión crítica (esto es: dada una determinada ciencia, ¿cuáles son sus condiciones de legitimidad?) (AS, 250-251; DE1, 676). Renacimiento, clasicismo, modernidad. Según el análisis de Les Mots et les choses, la arqueología ha mostrado dos grande discontinuidades en la episteme occidental: la que inaugura la época clásica (hacia mediados del siglo XVII) y la que, hacia comienzos del siglo XIX, marca el umbral de nuestra modernidad. Les Mots et les choses está consagrado al análisis de cada una (MC,13). Nos hemos ocupado de ellas en los artículos: Episteme clásica, Episteme renacentista y Hombre. Kant. La episteme no tiene nada que ver con las categorías kantianas (DE2, 371). Paradigma. Foucault es consciente de haber confundido demasiado la episteme, en Les Mots et les choses, con algo así como el paradigma (DE3, 144). Véanse también: Archivo, Arqueología, Dispositivo, Formación discursiva, Práctica.

Épistémè [114]: AS, 249-255. DE1, 493, 495, 676, 679, 696. DE2, 34, 172-173, 210, 216, 220, 370-372, 415. DE3, 28, 300-301, 310, 317, 575. DE4, 71, 278, 327. HS1, 189. IDS, 20, 191. MC, 13, 45, 47, 55, 68, 71, 76-77, 85-87, 89, 100, 140, 179, 183, 192, 219-220, 222, 258-259, 261-262, 270, 320-321, 323, 336-338, 346, 356-358, 375, 376-379, 385, 390, 395, 397. SP, 312.

Episteme [2]: HS2, 169, 283.

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